La película de Pablo Agüero pretende contar la caza de brujas como el feminicidio que fue, pero su mirada heteropatriarcal echa por tierra la intención feminista. La trama se centra en la obsesión erótica del inquisidor hacia una especie de Sherezade vasca que poco tiene que ver con las viudas, curanderas y parteras de las que hablan las historiadoras feministas.