Como feministas nos hemos propuesto deconstruir el mito de la bruja y eliminar los roles con los que la mujer ha sido sometida en la larga historia del patriarcado. Este sometimiento es clave en el entramado capitalista, nuestro papel ha sido y es el de reproducir la fuerza del trabajo. Queremos recordar que la acusación de brujería sigue vigente hoy. Los integrismos religiosos promovidos por intereses capitalistas actúan con impunidad con el fin de mantener subordinadas a las mujeres y a sus comunidades. Nuestro activismo es por los cuerpos y territorios sometidos. Nosotras desobedecemos el mandato.
El control del cuerpo y el territorio (o ambos a la vez) aparecen como motivaciones persistentes. Diversos actores como empresas extractivas, agentes estatales, grupos de interés privado o iglesias evangélicas, juntos o por separado, pueden acudir a estas imputaciones para lanzar auténticas “cacerías” que incluyen expropiación de tierras, explotación del trabajo o criminalización de la resistencia.
Nosotras desobedecemos el mandato.