En el año 2016 la visita de Silvia Federici a Ecuador nos convocó a seguir pensando la continuidad en el presente del relato de la desposesión y persecución que se produjo en Europa con la caza de “brujas” entre los siglos XVI y XVIII y que se trasladaría a las Américas de la mano de poderes eclesiásticos, además de autoridades civiles y judiciales.
En el año 2019 varias de nosotras participamos en Navarra en el encuentro impulsado para conformar una Campaña por la memoria de las mujeres perseguidas por brujería y desde entonces en el grupo de Ecuador venido explorando y tratando de entender cómo en el Abya Yala encontramos importantes expresiones de este fenómeno. Algunas, de carácter histórico, hacen parte de la dominación colonial y remiten al protagonismo de la Iglesia católica. Otras que se configuran en la actualidad y que están presentes en distintos territorios a cargo de diversos poderes, que anclándose en visiones del pasado arremeten contra mujeres indígenas o afrodescendientes, mujeres mayores o lesbianas, mujeres de sabiduría o lideresas sociales y ambientales. El control del cuerpo y el territorio (o ambos a la vez) aparecen como motivaciones persistentes. Diversos actores como empresas extractivas, agentes estatales, grupos de interés privado o iglesias evangélicas, juntos o por separado, pueden acudir a estas imputaciones para lanzar auténticas “cacerías” que incluyen expropiación de tierras, explotación del trabajo o criminalización de la resistencia.
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